miércoles, 20 de junio de 2012

Mi gata y yo

Por Alejandra Lopez.


Siento mi cuerpo cansado, dolorido. La fiebre alta me impidió dormir bien a pesar de las aspirinas y el té con limón que tomé antes de acostarme. Sé que en algún breve momento debí quedarme dormida. Así lo afirma ese sueño tan vívido que tuve, del cual me desperté bañada en un sudor frío y gritando como otras noches; se ha vuelto a repetir.
Desde hace un mes, mi vida, mi cuerpo y mente giran en torno a la pérdida de mi amada gata. Ella fue mi única compañía por doce años, llenó mis momentos de soledad desde que me jubilé. Perderla fue un golpe bajo. No hago otra cosa más que pensar en Trixi y en su amor que colmó mi vida vacía, sin parientes ni amigos. Tengo buenos recuerdos de ella. Pero los otros, los malos, son los que predominan y me golpean una y otra vez, como el día en que la vi sentada y no podía apoyar una de sus patitas delanteras. Pensé que sería alguna pavada, que ya se le iba a pasar. Pero como esto no sucedió, llamé al veterinario. Cuando la vino a ver me dijo que tenía una uña infectada, quizás producto de un hongo, cosa normal en los gatos, y le recetó un antibiótico. Al terminar el tratamiento, Trixi seguía igual. Una semana más tarde vi que la mitad izquierda de su cara estaba hinchada, lastimada y sangrante. Hablé con el veterinario por teléfono y me explicó que era síntoma de una muela infectada y que repitiera los antibióticos.
Cuando ya habían pasado cuatro días de tratamiento, la gata no mejoraba y comía muy poco. Por eso la llevé a otro profesional que la revisó íntegra y su diagnóstico hizo realidad mis temores. Cáncer. Linfosarcoma. Todos los ganglios linfáticos afectado por la enfermedad. Era ya terminal. Solo le dio otros antibióticos y corticoides pero el final ya se palpaba, era inminente.
Desde que obtuve el diagnóstico correcto, Trixi vivió dos semanas más. Día a día fui descubriendo un bulto nuevo en su cuerpo. Quedó ciega de un ojo y sabía que pronto me tendría que enfrentar a la eutanasia para que no tuviera una dolorosa agonía.
Cuando mi gata dejó de comer por tres días consecutivos, junté coraje y la llevé a efectuar la práctica que le quitaría la vida antes que el cáncer se diera el lujo de hacerlo.
Desde ese momento mi vida sin Trixi comenzó a ser vida con lágrimas y un dolor infinito que me envuelve en oleadas.
Son muy pocas las noches que no sueño con ella. El sueño es siempre el mismo. La veo sentada en el patio, toda fina y elegante a pesar de que tiene media cara carcomida por el cáncer y asoman bultos por todo su cuerpo, especialmente en la columna. Trixi parpadea con un ojo ciego y me habla. ¡Sí! Me habla con voz melosa  y dice: “Te extraño” En el sueño le contesto: “Yo también, hermosa”. Entonces ella comienza a ronronear y lo hace cada vez más fuerte hasta que su ronroneo se convierte en un trueno estrepitoso y es ahí cuando me despierto, como anoche.
El cuerpo me arde nuevamente. Seguro que la fiebre me volvió a subir. Me levanto y voy hasta el baño a tomar del botiquín otro par de aspirinas. Enciendo la luz y tengo que apoyar mis manos sobre el lavatorio porque me mareo y mi visión se torna negra. Cuando la vista se me aclara, veo dentro de la pileta, gotas de sangre. Levanto la mirada hacia el espejo y la imagen que me devuelve me corta el aliento. La mitad izquierda de mi cara está hinchada y el lugar donde se encontraba mi nariz es un amasijo carcomido, purulento y sangrante. Mis manos, doloridas e hinchadas, se apresuran a quitar el camisón. Retrocedo un par de pasos para tener una visión más amplia de mi cuerpo ante el espejo. Descubro bultos y ganglios inflamados en varias partes: en ambas axilas, en las mamas y el abdomen. Con la mirada llego hasta mis pies. Los dedos del derecho están inflamados, los del izquierdo también, pero en éste la uña del dedo gordo está rota y sangra a borbotones.
El horror se transforma en alarido (¿maullido?). El grito cesa bruscamente ahora. No va perdiendo volumen, se corta en seco.
Vuelvo a mirar mi cuerpo con mayor detenimiento y sonrío. Quizás en un par de semanas dejaré de soñar con Trixi.

1 comentario:

  1. Eli:

    Me agrado el relato y de la forma que menos me imagine condujo hacia un camino sin salida pesadillesco y sin embargo creo que la historia pudo haber crecido todavía aún mas.

    Siempre me es curioso leer tu forma de escribir y aunque diría que es muy similar a escuchar alguien simplemente hablando, logra cierto aire de realidad en la historia. Es mi humilde opinion

    Saludos.

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