martes, 25 de diciembre de 2012

Ángeles, posadas y un jardín.


Nana de Santa Ana

Cuando la “Señá Santana”
Cantaba la nana a su nietecillo
Como le sonreiría
Mientras se dormía el dulce chiquillo
Y cantarían con ella
La luna, la estrella y los pajarillos.
Un ángel que vuela y rompe a cantar
Para que la abuela no pierda el compás.
Y así nacería por aquellos días, la nanita nana
Así todavía se canta en Triana.
¡Ay nana nanita!
¡Ay nanita nana!
Canta la abuelita Señora Santa Ana
Y con voz muy queda guitarra y campana
Corre por Sevilla la nanita, nana.
Sobre el pecho de la abuela
Hecho de canela el niño ha “dormío”
Mientras su nana le canta
También a la santa el sueño ha “rendío”
Y un ruiseñor al mirarla
Por no despertarla se vuelve a su “nío”
Un ángel que vuela y rompe a cantar
Para que la abuela no pierda el compás.
Y así nacería por aquellos días, la nanita nana
Así todavía se canta en Triana.
Canta la abuelita Señora Santa Ana
Y con voz muy queda guitarra y campana
Corre por Sevilla la nanita, nana.
Nana, nana ¡ay la nana!
Nana, nana de la Señora Santa Ana.

Por Samuel Mendoza.


El día que el niño nació se suponía que todos debían estar contentos, sin embargo, a pesar de estar sano, a pesar de ser bello, a pesar de tener los mismos ojos verdes que el resto de la familia, hay un pequeño inconveniente, el niño es moreno y nadie se explica porque.


El camino de regreso a casa es más largo y completamente distinto a como se imaginaban seria, nadie habla, la madre apenas parece tener fuerza para sostener al bebe que apenas accede a ver un par de veces, ambas precedidas de un trago de saliva amarga que es necesario para hacer un poco menos incomodo el nudo en la garganta que tiene desde que conoció a su hijo.


Todo esto no lo vi, solo me lo imagine después de que los vi llegar sin saludar tan amables como acostumbran, yo siempre digo buenas tardes aunque sea de mañana o de noche, será por costumbre, será por tonto o tal vez sea porque siempre ando algo borracho, o a medios chiles como decimos por estos lares.

No me molesta que no me hayan saludado, soy una persona muy tranquila que casi nunca se molesta por casi nada, sin embargo, me pone triste que la luz que había en ese hogar se este yendo poco a poco tan solo porque les llego una personita más oscura que los demás. La señora ya no canta como cuando estaba embarazada, al señor se le van las tardes y las noches tratando de aceptarlo y sentirse menos miserable por los reproches de la señora y cada vez los intentos por querer a su hijo son menos. Las discusiones suben de tono y yo tengo tanto miedo que cualquier día la familia acabe en desgracia o simplemente se acabe.


Todo esto no me lo imagino, lo sé porque vivo ahí juntito, en el cuartito de huéspedes que hicieron a bien en rentarme cuando llegue a Zapopan con una mano adelante y otra atrás, la señora todavía no estaba esperando y necesitaba urgentemente alguien que le ayudara con el jardín y no le importo que esa fuera la unica de mis dos virtudes entre todos los defectos que he ido adquiriendo con el pasar de los años, de los que entre todos destaca la maldita bebida.


Siempre quise reunir valor para darle las gracias como se debía y el día que me siento más sobrio o menos borracho que nunca, la espero en la acera de enfrente de la casa con mi guitarra simulando que es un día más, la veo venir hacia donde estoy, trago saliva al mismo momento que me doy cuenta de las maletas que carga, los lentes oscuros y me pasa de largo. No creo que se haya ido de vacaciones, con lo bruto que soy jamás me imagine que poco faltaba para que ese día llegara. Corro a la casa pero no me atrevo a tocar, solo alcanzo a ver por la ventana de la recamara principal el rostro del señor cubierto de lágrimas y sosteniendo sin ver a su hijo que por el contrario no deja de verlo y hacer pucheritos sin que los ojitos se le alcancen a llenar de agua.


Desde ese día las cosas empeoraron, el señor se tomo vacaciones una semana antes de las posadas para poder cuidar de su hijo, que con dos añitos apenas caminaba y no decía una sola palabra. El señor pensaba que estaba enfermo y se la vivía con los doctores pero yo siempre pensé que nada mas le hacía falta amor. Porque si bien no carecía de nada, yo nunca veía que saliera a jugar con él en tremendo jardín que tanto trabajo me costaba mantener, no solo por lo grande y abundante, sino porque después de que se fue la señora algo paso en la casa que ya era bien difícil abrir las flores o enverdecer el pasto, el limonero daba limones secos y las naranjas del naranjo eran jugosas, pero amargas.


El martes me levante sorprendido por el cantar de los pájaros y los golpes al portón, me levante como todos los días con algo de resaca, la cabeza pesada, el estomago revuelto y la boca seca. Me puse la camisa, fui a abrir la puerta y me destanteo que los pájaros estaban en los arboles de la casa, hace mucho que no los veía ahí. Abrí la puerta y una viejita morena con dos maletas me sonrió y me dijo con un acento chistoso: me ayudas mi amor? Sin decir una palabra agarre sus maletas y le mostré el camino. No sabía quién era ella, pero no me atreví a preguntar, estaba como encantado, pero no era el único, en el jardín había más pájaros y cantaban más fuerte, no sé si me lo imagine pero alcance a ver rosas blancas y rosas en los rosales donde solo había rosas rojas, cuando la deje en la puerta principal me pregunto sonriéndome otra vez: estuvo buena la guarapeta de anoche?, le sonreí apenado y camine hacia mi cuarto notando que mi resaca se había ido, voltee hacia la casa y vi que la viejecita abrazaba al señor como si fuera su madre. Esa noche me llamaron a la casa para confirmármelo y pedirme le ayudara a la señora en todo lo que se necesitara.


Muy tempranito al día siguiente me volvieron a despertar los pájaros, esta vez no había resaca, el aguardiente se me acabo y con tanta cosa que paso la noche anterior no fui por mas al expendio, aunque haciendo cuentas, hace años que no pasaba un día sin tomar. Junto con el cantar de los pájaros escuche una voz hermosa de mujer cantando canciones de cuna; como por impulso tome la guitarra y empecé a seguirle el tono y a cantar en mi cama. Al cabo de tres canciones salí para ver el jardín y cuál fue mi sorpresa ver que no había más rosas rojas en los rosales, solo blancas, rosas y amarillas. En los arboles había ruiseñores, yo ni sabía que había por estas tierras, me apresure a cortar una naranja y desesperado la mordí, estaba dulce. Vi por la misma ventana donde había visto al señor llorar aquella vez que la abuela se mecía en una silla con su nietecito en brazos, me acerque sin hacer ruido para ver y oír cómo le cantaba y el niño reía y ella lo bajaba para que gateara y lo levantaba para que el niño caminara, pero ella nunca lo soltaba.


Volteo y  me vio, cuando quise retirarme me hablo, fui obediente a la puerta principal y salió cargando a su nieto en un brazo y en el otro un vaso con agua de limón, me la dio y me dijo con su acento chistoso: mira nomas que limones tan jugosos tienes en el jardín mi negro.


Se quedo en el jardín mientras el niño gateaba persiguiendo pelotas y juguetes, platicamos largo rato y ahí supe que la nana era de Triana, una comunidad sevillana en donde había pasado su juventud cantando en las plazas públicas con sus vestidos andaluces, corriendo de una plaza a otra. Cuando llego con su madre andaluza y su padre argelino a Jalisco, se instalaron en Santa Ana Tepetitlan, ahí se caso, tuvo tres hijos y enviudo a los 5 años de casada, vivió ahí poco más de treinta años cuidando sola a sus tres hijos y después ayudando con los hijos a dos de ellos. Con el señor no se hablaba ni se veía desde que este se caso, la esposa del señor siempre se avergonzó de ella, hasta que el lunes pasado le hablo su hijo llorando desesperado y al siguiente día estaba tocando la puerta despertándome después de una borrachera.


Le pregunte por qué me contaba todo eso y me dijo: Ay mi negro, todo ese alcohol que te bebiste pronto te va a matar, pero no tengas miedo, vas a ser un ángel que nos va a cuidar a mí, a mi hijo y a este negrito que por fin aprendió a caminar.


El miedo que me había dado pensar que voy a morir fue sustituido por el asombro en cuanto vi al niño caminando emocionado hacia su nana.


Se metieron a la casa sonriéndome, la nana me invito a cenar, era tiempo de posadas y a la casa había vuelto la alegría, me dijo que me llevara mi guitarra.


Cuando llego el señor de trabajar, lo esperaban su hijo y su nana para sorprenderlo con la noticia que el niño ya caminaba, se puso tan contento que hasta a mi me abrazo. Cenamos y me ofreció algo de beber, no me había dado cuenta que estaba a punto de cumplir dos días sin tomar y no tenía nadita de ganas, le rechace la oferta educado. Salimos al jardín y toque y cante como en mis mejores tiempos, el señor me pidió canciones y yo las toque todas, la nana reía el niño caminaba de con su nana a con su papa hasta que cayó rendido. Me pidió la nana que la acompañara con la guitarra para cantarle una canción al niño que tenia sueño, empezó la nana a cantar: “Duerme negrito, que tu mama está en el campo negrito, te va a traer codornices para ti, te va a traer mucha cosa para ti….” Estaba tan concentrado en seguir el ritmo y no equivocarme y casi hipnotizado por la hermosa voz de la nana que no me di cuenta que algo nos deslumbraba, voltee y era la luna y el cielo estaba tan estrellado como nunca lo había visto y los ruiseñores vinieron al jardín en la noche, deje de tocar al ver que el niño dormía profundamente y le pregunte si era ella la que hacia todo eso y me dijo: no mi negro, no soy yo, eres tú que te estás despidiendo, vete a dormir y cuídanos mucho mi negro, me beso la frente y la obedecí.


Hoy es día 25, el señor su hijo y la nana salieron al jardín, a jugar con los regalos del niño, el señor lo persiguió y se revolcaron juntos, la nana los ve desde la resolana sonriendo y no puede evitar que una lagrima recorra su mejilla, mira al cielo para sonreírme también a mí. Es hora de la siesta del niño, se acercan padre e hijo con la abuela que los besa cariñosa y le dice a su hijo que vaya a lavarse mientras ella duerme al niño. Cuando empieza a cantar duerme negrito me apresuro a tocar, vuelve a voltear al cielo para sonreírme, le gana el sueño también a ella, se acercan los ruiseñores emocionados pero los detengo ordenándoles que vuelvan a su nido, también se ha dormido la Nana de Santa Ana.


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