jueves, 19 de febrero de 2015

Siempre no fue el maniático; gran equivocación de la policía

Basado en el siguiente titular:


Por Carmen Gutiérrez.

Ciudad del Edén, 22 de junio.

Desde el lunes pasado, han aparecido al menos doce personas asesinadas en diferentes partes de la ciudad, que han causado que el Departamento de Seguridad Pública haya hecho un llamado a la población para extremar precauciones en todos los medios de comunicación, así mismo se solicita la colaboración de los ciudadanos para reportar cualquier actividad sospechosa en estos parámetros.

En un hecho sin precedentes, el jefe de la policía de la Ciudad, ofreció esta mañana una rueda de prensa para informar sobre los avances en el caso de los asesinatos de hombres que han hecho que la población masculina externe sus preocupaciones. El C. Patricio Castillo Paredes, coordinador de Jefatura de Policía ha sido criticado en varias ocasiones por la pasividad mostrada por la institución ante los doce cadáveres de hombres que han sido encontrados en los últimos días.

El Jefe de la policía informó que el arresto de David Ávila M. hace cuarenta y ocho horas fue un error y que “el señor Ávila estuvo en el lugar equivocado en la hora equivocada.” Se le preguntó si la liberación de cargos hacia Ávila le iba a hacer acreedor de algún tipo de indemnización a lo que el jefe contestó que no se iba a discutir eso con la prensa porque “el señor Ávila llevaba una defensa especial debido a su condición mental”.

Según la información presentada por el C. Castillo, David Ávila presenta una deficiencia mental en alto grado, algo que Derechos Humanos califica como suficiente para que la defensa del hasta ayer acusado sea tratada como extraordinaria y que, sin que intervenga con el curso de investigación, David Ávila será ingresado por unos días en el Hospital Psiquiátrico del Ayuntamiento para recibir tratamiento y todas las atenciones requeridas, antes de volver a casa.

Los asesinatos han sido realizados sin el contexto de asalto y siempre usando un arma blanca, en todos los casos, las víctimas han estado solas y han fallecido antes de poder recibir la atención de los paramédicos. Hasta el momento y, descartando la denuncia que llevó al arresto de David Ávila, no se han recibido datos de que el o los atacantes hayan sido vistos o descritos.

El coordinador informó que el arresto de David Ávila se realizó el pasado jueves, cuando una vecina de la colonia El Refugio, denunció la presencia del cadáver de Ricardo Pantoja a las afueras de su domicilio. Al llegar los elementos de seguridad se percataron de que David Ávila estaba entre los curiosos, con la ropa llena de sangre e intentó huir antes de ser arrestado. Pantoja murió debido múltiples heridas en el tórax, al parecer causadas por un cuchillo cebollero que perforó sus pulmones en varias ocasiones.

Similares condiciones a la muerte de Ricardo Pantoja (víctima número 10), han sido identificadas en las otras once víctimas, cuyos datos y fecha de deceso se especifican en el cuadro adjunto. El coordinador Castillo informó que la liberación de Ávila se debió en parte a que después de su arresto aparecieron dos cadáveres más. “El departamento está trabajando con todos los datos que tiene” aseguró Castillo “por eso pedimos la cooperación de la ciudadanía”. Agregó que las víctimas no tienen relación social entre sí y sospechan que los perpetradores son parte de alguna secta ya que “los asesinatos se realizan con el mayor sigilo y dentro de un margen de tiempo poco común para los asesinos en serie”.

La Jefatura dijo que las víctimas son “de sexo masculino, entre los 17 y 38 años de edad” pero que no hay un patrón de características físicas ni económicas ya que Ricardo Pantoja era desempleado pero Humberto Martin del Campo, la última víctima, era el dueño de una cadena de restaurantes.

Al ser cuestionado sobre las ropas llenas de sangre que vestía David Ávila el día de su arresto, Castillo mencionó que Ávila, dentro de su enfermedad, había tratado de limpiar el piso donde yacía el cadáver de Pantoja antes de que la policía llegara al lugar de los hechos “David Ávila si es un maniático” dijo “pero no es el que buscamos”. Según el coordinador el departamento aumentará los patrullajes y analizará las cámaras de videovigilancia para estudiar mejor las situaciones de riesgo. “El consejo de seguridad es buscar zonas alumbradas, evitar la oscuridad, procurar ir acompañados de alguien, no facilitar ser vulnerables, y si ven a alguna persona sospechosa, llamar a la policía o gritar”. 

David Ávila, de 20 años de edad, vive con sus padres y debido a su discapacidad mental no trabaja ni estudia. Al cierre de esta edición se estaba programando una entrevista exclusiva con sus familiares, pero los vecinos de la zona declararon a un servidor, que el joven ha sido siempre muy tranquilo e incluso confiable, dijeron que tenía una manía compulsiva de limpiar todo y que incluso eso ha ayudado a que el barrio este más presentable y bonito. “Cuando se lo llevaron todos protestamos y tratamos de ayudarlo” dijo una vecina que se negó a dar su nombre para proteger a su marido de las represalias que el verdadero asesino pudiera tomar “pero los policías son unos cerdos y no quisieron escuchar”

Desde la crisis del 2012, en que la ciudad sufrió un extraño ataque por parte de animales domésticos, las autoridades no habían tenido casos de asesinatos tan extremos. En las redes sociales se hacen comparaciones y se especula que si el asesino sigue activo en los próximos meses se podría colapsar el sistema como en aquella ocasión. “La ciudad del Edén está indefensa en cuestiones de seguridad” declaró José Paz, sociólogo e historiados de la Universidad Autónoma del Edén, quien es su más reciente columna en este diario ha criticado fuertemente a las autoridades…

Doña María cerró el periódico y lo estrechó con fuerza entre sus senos marchitos rezando una oración de agradecimiento. Su Davidsito iba a regresar a casa. Decidió que esa noche cenaría una pieza de pan dulce con un café negro, como le gustaba a su hijo y que al día siguiente encendería una vela por cada una de los pobres señores asesinados que sabe Dios quienes serían y que ella sabía que existían sólo porque los benditos periódicos los mencionaban. Se sintió triste por ellos y sus pobres esposas que sabe Dios en donde encontrarán consuelo, pero ella tendría a su Davidsito pronto a su lado y esta vez lo cuidaría mejor.

Sonrió al recordar como el chiquillo revoltoso se había convertido en un señor en miniatura, como limpiaba la estufa con esmero sin que nadie se lo pidiera, bueno, en realidad limpiaba todo con delicadeza, como si se le fuera la vida con cada mota de polvo que se posaba en la mesa o con alguna pelusilla que entorpeciera el color original de su ropa. Sabe Dios los berrinches que tuvo que soportar cuando el chico iba a la escuela y su uniforme se ensuciaba por jugar en el patio hasta que fue imposible que alguna escuela lo admitiera y ellos decidieron que el niño se quedara en casa.

Fue por ese entonces que le dio por cantar muy bajito. Se paseaba por la casa limpiando todo lo que se encontraba sin dejar de cantar entre dientes, tarareaba mientras comía llevando el ritmo de esa melodía con el cuerpo. Al Carmelo le molestaba tanto que optó por hablar a gritos para no escuchar la misma canción una y otra vez. Pero al Carmelo todo le molestaba ¿Qué se le va a hacer si el Carmelo es un viejo terco y amargado? Siempre enojado porque el niño cantaba sabe Dios cuantas veces al día la canción de la macarena esa, molesto porque el niño no hablaba como Dios manda, enfurecido porque el niño se empeñaba en limpiarle los zapatos en cuanto entraba en la casa.

Y ahora el Carmelo quería hablar con los reporteros, si hasta los había citado al día siguiente, sabe Dios para qué. Lo que pasaba es que el viejo quería quejarse y que alguien lo escuchara; claro, como Davidsito era un niño tan bonito y todos lo cuidaban en el barrio, el viejo Carmelo tenía que ser el único que tuviera una queja del pobre muchacho. Un padre no debería quejarse de sus hijos en los periódicos, por mucho que el niño haya llegado a ensuciar cosas para poder limpiarlas después.

Eso fue lo que le dijo Davidsito, casi llorando, cuando lo vio lavando su camisa en el patio. Que se la había ensuciado para seguir limpiando. Sabe Dios lo que Doña María sintió cuando lo vio llegar lleno de sangre el lunes. Lo siguió por la casa sin decirle nada y lo observó con cuidado mientras limpiaba el cuchillo cebollero que llevaba. El muchacho estaba cantando de nuevo con tal contento que ella alcanzó a escuchar que la macarena tenía que darle a su cuerpo alegría que su cuerpo era para darle alegría y cosa buena, sintió sabe Dios qué cuando el chico volvió a seguir el ritmo con las manos mientras lavaba la ropa. No le dijo nada al Carmelo porque el viejo amargado iría con el chisme a la policía y seguro que empezaría a gritar que Davidsito era peligroso.

Pero es que nadie había entendido a su hijo como ella. Nadie se fijó en que la luz de sus ojos se estaba apagando y que ya nada más murmuraba la bendita canción sin pronunciar las palabras siquiera hasta que comenzó a llegar sucio y cubierto de sangre. Sabe Dios que ella comenzó a seguirlo cuando salía por las noches, aunque lloviera, aunque hiciera mucho frío, para cuidar que no le pasará nada al hijo de sus entrañas y solo ella apagó en su alma el sopor que sintió al ver como Davidsito le enterraba el cuchillo cebollero a aquel señor. Convirtió el terror en admiración cuando nadie se enteró de nada, ni nadie lo escuchó, porque mientras andaba cazando no cantaba, ni tarareaba, ni vacilaba y nunca le tembló la mano.

Pero eso ya había quedado atrás. Como el terror que sabe Dios qué sintió cuando se lo llevaron. Pensó que se iba a morir de la pena si descubrían que Davidsito andaba por las noches matando gente, se lo iban a quitar y a dejar encerrado sabe Dios cuanto tiempo y ¿qué iba a hacer ella, que ya estaba vieja, sin su hijo? Así que dejó de pensar como Doña María siempre piensa, se olvidó del Carmelo, se llenó de valor y una noche se salió a cazar. Y la noche siguiente también. Y había funcionado.


Relato nota de prensa

Basado en el siguiente titular:


Por José Paris Legaz.

Una sopa Maruchan se enfriaba sobre la mesita, en la tele, un hombre y una mujer trataban de convencer a los televidentes de que si compraban su producto, adelgazarían diez kilos en tan solo una semana, la magia del canal de venta. Raúl no podía dormir. Su esposa lo había abandonado y se lo había llevado todo.
Dos meses antes, lo tenía todo, un buen trabajo, una casa de revista y tres coches, uno para cada miembro de la familia. Su esposa no trabajaba, ni falta que le hacía, había sido una modelo reconocida y vivía de sus regalías. Su hija, Diana, estudiaba en la mejor preparatoria que sus sueldos podían pagar y quería dedicarse a la repostería, en cuanto a Raúl, su trabajo le absorbía la mayor parte del día, pero le encantaba. Era el director del La voz del pueblo, un periódico que poco a poco fue creciendo hasta convertirse en uno de los tres más vendidos de Corona. El amarillismo vendía y su periódico, pese al nombre, enfocaba sus noticias al sensacionalismo.
Andrés, su editor jefe, lo había llamado para pedirle opinión sobre una nota que podía ser noticia de portada, una red de prostitución de lujo con adolescentes, concretaban las citas a través de una página de internet, simulando contratar servicios de cena, un postre delicioso. Las muchachas se ofrecían para cualquier clase de servicio, todo por complacer a sus clientes. El soplo le había llegado en la mañana, un cliente insatisfecho el cual había pagado una fortuna por una chica de dieciséis años con la que tenía muchos planes. Lo único que había pedido era permanecer en el anonimato, pobre cabrón, conocía bien a Andrés y era capaz de vender a su propia madre por una buena columna y eso era noticia de portada.
Quedaron con el tipo el día siguiente, en un café de la zona. Raúl  le había pedido a Andrés que se quedase al margen de la conversación, al menos hasta que le sacaran todo, nombres, lugares y detalles de lo que hacían con las chicas, él sería el poli bueno en esta reunión y usaría a Andrés solo si era estrictamente necesario. Llegaron al café media hora antes de lo señalado, para poder elegir un buen lugar y preparar la serie de preguntas. Todo estaba en marcha. Raúl pidió un expreso y Andrés un café descafeinado con leche descremada. Diez minutos después llegó el sujeto.
  —Buenos días, ¿señor Eredia? —Era un hombre corpulento, de casi metro noventa de altura   —. ¿Raúl Eredia?
Raúl se levantó de la silla y extendió la mano hacia el desconocido.
—Encantado de conocerle, señor… —dejó la frase en vilo, esperando una respuesta satisfactoria por parte del desconocido.
—Dejemos mi nombre en blanco, señor Eredia, prefiero permanecer en el anonimato absoluto.
—¡Por favor! —exclamó Andrés—. Esto no es una película, “señor en blanco”, va a destapar la que probablemente será la mayor red de prostitución infantil que Corona haya visto jamás y quiere permanecer en el anonimato, va a ser un pinche héroe, ¡chingada madre! Dese a conocer, tenga los huevos suficientes para dar su nombre y que esas ratas sepan que el pueblo no se queda callado.
Raúl miró furioso a Andrés, pero le guiñó un ojo, bien jugado, tocar el amor propio de ese sujeto.
—Andrés Covarrubias, 37 años de edad, se graduó en la escuela Doñate de periodismo con una calificación justa, sus profesores no dejaban de recordarle el error que era para usted seguir con esa carrera, pero continuó. Casado y divorciado dos veces a su corta edad, sin hijos, no los quiere, no los necesita. Ha estado en la cárcel tres veces en los últimos ocho  meses, posesión de drogas dos de ellas. Es usted la última persona que debería hablar de héroes, señor Covarrubias.
Andrés y Raúl se quedaron mirando sin articular palabra, ese tipo conocía detalles de la vida privada de Andrés y eso no podía ser bueno.
—Está bien, sin nombres —dijo por fin Raúl—. Díganos señor, ¿en qué podemos ser útiles?
El señor blanco, como habían decidido llamarlo, les contó todo sobre la red de prostitución, la forma en la que se ponían en contacto con las chicas, los precios exorbitados que se cobraban,  los nombres y apellidos de varios altos cargos políticos, actores y actrices e incluso de personal del cuerpo de policía. Dos horas más tarde, cuando acabó la reunión, tenían material suficiente no tan solo para una nota de portada, si no para un libro completo, pero cualquier material sin pruebas se quedaría en el aire y no podían permitirlo. Decidieron contratar los servicios de una chica, tomar fotos de todo para poder destaparlo. El señor blanco les había dicho que no podrían entrar a la página sin una invitación, así que él mismo metería a Raúl para que pudiese contratar a la fulana. Sería joven, de entre quince y dieciséis años de edad, cuanto más joven, más fácil sería hacerla hablar. La cita sería al día siguiente, en el hotel Majestic.
Raúl pagó la habitación y dejó dicho en recepción que una chica llegaría preguntando por él, puso la grabadora en el cajón de la mesita de noche más cercana a la puerta y esperó. Veinte minutos después el teléfono sonó para anunciar que su visita había llegado. Empezaba a ponerse nervioso, llamaron a la puerta, se aclaró la garganta y abrió. Un dolor fue recorriendo su pecho mientras se quedaba sin respiración. Diana, su hija, estaba frente a él.

22 de septiembre de 2015, Corona, México.

                    PIDE “CITA” CON UNA PROSTITUTA Y LE APARECE SU HIJA

Como el buen amigo Forrest Gump dijo una vez, la vida es como una caja de bombones, nunca sabes qué te va a tocar. Raúl Eredia, de cuarenta y nueve años de edad, se llevó la sorpresa de su vida el pasado viernes. Casado con la famosa ex modelo Julia Espinosa y padre de Diana Eredia, de 17 años de edad, Raúl era el director de “La voz del pueblo”, periódico famoso por sus notas amarillistas.
Persona catalogada por sus amigos como egocéntrico y de carácter tosco, ha estado durante más de diez años a cargo de “La voz del pueblo” aprobando todas y cada una de las escandalosas notas que en el aparecían.
Con la excusa de “destapar una red de prostitución infantil” Raúl se citó, junto con su editor jefe, Andrés Covarrubias, con el que denominó “señor blanco” un cliente frecuente en dicha red de prostitución. La sorpresa se la llevó cuando al abrir la puerta de una lujosa suite del hotel Majestic, esperando a su cita, la que apareció fue su hija, Diana. Raúl sufrió un paro cardíaco en ese mismo momento, obligando a que su propia hija llamase a la ambulancia.
Huéspedes del hotel nos informaron que minutos antes de la llegada de la ambulancia vieron al señor Heredia abrirle la puerta al servicio de habitaciones, los cuales portaban grandes cantidades de caviar y champagne. El mismo botones afirmó que tuvo una generosa propina por parte del señor Heredia, el cual le dijo, y cito palabras textuales, “esta noche voy a comer caviar sobre las tetas de esa puta”.
Andrés Covarrubias, editor en jefe de “La voz del pueblo” negó cualquier contacto con ningún señor blanco y dijo que últimamente, Raúl, siempre se quejaba de que su vida sexual no era satisfactoria. El ahora director del periódico, habló con este reportero para negar toda la historia del señor Heredia, ya que se sentía afectado directamente por ella. “No entiendo por qué Raúl actuó como lo hizo, lo tenía todo en la vida, una esposa hermosa y una hija, bueno, una hija modelo hasta que sucedió lo del hotel. Desde La voz del pueblo, queremos pedir disculpas públicamente por todo lo sucedido, aclarando que en ningún momento quisimos perjudicar a nadie con este suceso. El periódico sufrirá un cambio drástico en su contenido, enfocándonos desde ahora, en lo que nuestro nombre significa”, trabajando únicamente por y para el pueblo.
Por otro lado, la señora, Julia Espinosa, fue ingresada en el hospital Juan Pablo segundo, a causa de una crisis nerviosa y dada de alta la mañana del día de hoy, negándose a dar ninguna declaración. Diana Heredia, fue detenida por prostitución. El vocero de la policía, el agente Valdés, aseguró que abrirían una investigación a raíz de las declaraciones de Diana Heredia para aclarar su supuesta participación en una red de prostitución, pero no es muy optimista al respecto. “Abriremos una investigación para no dejar cabos sueltos, pero desde el cuerpo, no somos muy optimistas al respecto, ya que una vez puesto al aire el caso y con la prensa de por en medio, los implicados van a hacer todo lo posible para no ser encontrados”.
Raúl Heredia fue llevado al hospital y pasará a disposición policial una vez sea dado de alta. Muchas preguntas quedan al aire en este caso, pero algo sí podemos tener claro, ni todo el dinero del mundo, puede dar la felicidad absoluta. Un hombre con todo en la vida, busca sexo fuera del matrimonio y descubre que todo su castillo de felicidad, no es más que un fraude.
Y yo les digo, estimados lectores, cuiden a su familia, vigilen a sus hijos, una vida plena no significa una vida de comodidades y una economía excesiva, tener todo el dinero del mundo no significa que la vida te sonría. Educación, cariño y armonía en casa es el camino para que sus familias crezcan sanas.

                                                                                                J. Antonio Maldonado

24 horas después:
El sobre se deslizó sobre la mesa, la mano del señor blanco se cerró sobre el, lo guardó en el bolsillo de su gabardina y se levantó de la silla.
—Después de todo, siempre fue un imbécil crédulo, ¿verdad señor Covarrubias? Tener un jefe así durante tantos años debe haber sido algo verdaderamente jodido.
—Sí, pero eso se acabó, señor blanco, se acabó.


Mañana empieza la huelga de médicos y enfermos

Basado en el siguiente titular:


Por Daniel Echeverría.

Diario el Termómetro de Uruguay.

A partir de las cero horas de mañana, primero de enero, en Jericó, un pueblo de cuatrocientos habitantes al norte de Uruguay, los médicos –que son tres- del único hospital de la localidad, iniciarán una huelga. El hecho no revestiría importancia periodística si no fuera por una circunstancia al menos llamativa: los enfermos decidieron acompañar a los facultativos en el cese de actividades.
Antes de avanzar en la nota, nuestro diario cree pertinente una aclaración. Permítasenos: Se preguntará el lector de qué manera puede una persona enferma realizar una huelga. Sabido es que tal acto impone que una persona deje de realizar su actividad en señal de protesta. ¿Cuál sería entonces la actividad que puede suspender un enfermo? Porque generalmente los enfermos se hallan inactivos.
Ante la posibilidad de un error en el titular; hace dos días, esta redacción envió un corresponsal para que investigara el hecho.
Recibimos el siguiente cable: noticia confirmada. Los enfermos iniciarán una huelga acompañando a los médicos. Y a continuación: el modo de huelga que utilizarán los enfermos es más curioso que el título de la nota. Los enfermos acompañarán a los médicos deteniendo sus enfermedades.
Los cables que se sucedieron son los siguientes.
No es esta la primera vez que en Jericó sucede un hecho de características extrañas. Carter Manfredi, vecino del lugar, reveló que el nombre del pueblo deriva de un acontecimiento asombroso. En tiempos de la fundación, unos escarabajos consumían los cultivos de los campos adyacentes. No habiendo remedio contra los insectos, los habitantes buscaron auxilio en un monasterio cercano. Del monasterio enviaron a un fraile jesuita que, mediante oraciones, consiguió detener el sol por tres días. Sí, estimados lectores (se disculpará el coloquialismo), como lo han leído: el sol detuvo su marcha en el cielo por setenta y dos horas. Semejante lapso de luz aniquiló la plaga de escarabajos, pero también secó los cultivos y endureció la tierra. Este problema colateral fue resuelto por el mismo monje. Había llevado consigo unas semillas. Las semillas se plantaron y germinaron dando vida a un vegetal cuyo fruto en forma de chaucha sirvió como alimento a los pobladores. El pueblo se salvó.
Hoy día, dicha planta se cultiva en todos los campos y jardines del lugar. Los agrónomos que la han estudiado afirman que se trata de un vegetal muy común en Asia y no han encontrado en él particularidades extrañas.
La detención del sol, claro, pertenece más al terreno de la leyenda que de la historia. Pero otro hecho no: en Jericó no existe cementerio. Y la ausencia de un campo santo no implica que los habitantes entierren a sus muertos en los jardines de las casas, o que desarrollen con los cadáveres algún ritual crematorio. O que, como en las antiguas tradiciones celtas, introduzcan a sus muertos horadando el tronco de los árboles para que con la primavera vuelvan a la vida. No, la versión es mucho más inquietante: nadie muere en Jericó. Por supuesto, las industrias alrededor de la muerte tampoco prosperan. No hay casa velatoria, no se fabrican ataúdes ni lápidas, nadie conoce el ancestral oficio de enterrador.
Quienes van más allá en esta hipótesis sobre la ausencia de muerte entre los habitantes de Jericó, sostienen que el mismísimo José Saramago basó su conocida novela “Las intermitencias de la muerte” en lo que ocurre en la localidad uruguaya. Y que un pacto de privacidad que asumió con quienes le revelaron la historia, lo obligó a disfrazar la realidad en una ficción.
Pero aquí no terminan las particularidades en Jericó. Un culto iconoclasta se profesa entre sus habitantes. Los adeptos a la herejía sostienen que Cristo no murió sino que, en un hecho borrado por la Iglesia, fue descendido de su cruz antes de su muerte y sanado de sus heridas con las mismas chauchas misteriosas que, en tiempos bíblicos, ya se conocían en Jerusalén. En la trama que sustenta el culto se especula que participó José de Arimatea, poseedor de las influencias necesarias para obrar el subterfugio que, con el tiempo, engañaría a media humanidad.
Ahora bien, volviendo al tema que nos ocupa, debe saberse que si en “apariencia” (las comillas señalan nuestra incredulidad acerca de la inmortalidad de los habitantes) los habitantes de Jericó no mueren, sí enferman. Y que sería ese el motivo de la existencia de un hospital de médicos en el lugar.
No obstante, debemos reconocer que al día de hoy, el motivo de la huelga de los médicos y el apoyo a dicha protesta de parte de los habitantes enfermos de Jericó, es un misterio que no hemos podido desentrañar ya que nadie, a excepción del Sr. Carter Manfredi se ha prestado a hablar con la prensa. Por tanto sería absurdo, incongruente y atentatorio contra la lógica más común hablar de crisis en una situación privilegiada por la ausencia de la muerte.



Carter Manfredi vecino de Jericó.   

  Aunque era sábado y no tenía que ir a trabajar, Carter Manfredi se levantó a las seis en punto. Al bajar de la cama sintió las piernas hinchadas y recordó que a su abuela, un doctor le hundía los dedos en las piernas para comprobar si los riñones le funcionaban correctamente. La  hinchazón en las piernas de Manfredi no tenía que ver con los riñones o sí, pero él prefería echarle la culpa al cigarrillo.
Llegó hasta el baño y mientras orinaba con dificultad, vio sobre la mochila del inodoro uno de los tantos atados que tenía desperdigados por la casa. Encendió el primero del día. El paso del humo le irritó la garganta y tosió. La misma molestia lo iba a esperar no menos de cuarenta veces ese día. Recordó que había comprado tres atados la tarde del viernes y ya no sabía cuántos le quedaban o si alguno le quedaba. Recordó que dos años atrás había conseguido dejar el vicio por un mes, y que estaba contento; pero que cuando le diagnosticaron cáncer ya no tenía sentido seguir privándose del placer de fumar y agarró otra vez. Recordó el gusto que les sentía a los cigarrillos cuando joven sólo fumaba después de las comidas o en alguna fiesta.  Recordó cuando compraba sus primeros atados en un kiosco del pueblo y los escondía en el hueco de un árbol antes de entrar en su casa. Recordó con fidedigno malestar, el mareo que le dio la primera pitada del primer cigarrillo que encendió a los doce años. Recordó los días en que volvía del colegio en colectivo y subían las chicas del Santa María; y él, para impresionar a una que le gustaba, mantenía un cigarrillo entre los dedos sin encenderlo. Recordó que esa chica se convertiría en su primera novia y que ella le pedía que no fumara –porque ya esa altura fumaba-. Pero en la barra de amigos no podía no fumarse. Y recordó que la chica sería después su esposa y que no pudieron tener hijos. Y que un día se fue con otro tipo de otro pueblo. No porque el otro no fumara y él sí. Simplemente nunca supo por qué se fue. Y tampoco preguntó.
Su padre padece cáncer en la vejiga, el mismo que él. También provocado por el cigarrillo. Sonrió con resignación. En lo que duró una meada –y un cigarrillo-, pudo recordar su vida entera. Tiró la colilla al inodoro. Llevó el atado a la cama. Se sentó y encendió otro. Sacó del cajón de la mesa de luz revolver viejo, de seis balas, que había sido de su padre. En calzoncillos, con el cigarrillo sostenido en los labios, ubicó el cañón en el hueco debajo del mentón. Y apretó el gatillo.
Todas las mañana de su vida Carter Mafredi repetía la misma escena. Lo único que hacía distinto cada seis días, era recargar el revolver.   


Joven prometida muere tras tomarse una selfie

Basado en el siguiente titular:


Por Karytha Bravo Palma.

Joven prometida muere en accidente tras tomarse una “selfie”
Nueva muerte en el famoso barranco “Muere Solo”

Tras dos semanas de la última muerte accidental ocurrida en la  localidad de “Muy Lejos”, provincia de “No se me ocurre”, muere la joven de 23 años Ana Torrealba que estaba comprometida con el famoso director de Cine Pedro Dumont de 52 años.

La policía descarta un suicidio, asegurando que lo acontecido fue producto de un lamentable accidente.

El domingo 18 de enero,  Ana Torrealba  decidió detener su vehículo para  tomarse una foto en el barranco “Muere Solo”, que se ha vuelto tristemente famoso por los múltiples accidentes mortales que ahí han ocurrido. Según indican los datos policiales, en la mañana de ese día la víctima, después de tomarse la selfie y enviárselo a su prometido, trastabilló y cayó de espaldas por el precipicio; en la caída se hizo una herida en el cuello tras golpearse con una roca lo que provocó su muerte por hemorragia dos horas después.

El teléfono móvil fue encontrado unos metros más arriba de donde estaba su cuerpo.

 El lugar de los hechos ya era famoso antes por los múltiples avistamientos de ovnis que ocurren en las noches  gracias a la extraordinaria visibilidad que hay en el lugar.

Lamentablemente, desde hace tres meses como una maldición han  acontecido varios accidentes donde los involucrados terminan muertos: recordemos el asesinato involuntario a la hija del reconocido empresario Mardones por su prometido y su posterior suicidio en el mismo lugar, o la caída de la familia Gutierrez, compuesta por Pedro Gutiérrez, su esposa Gabriela y sus dos pequeños hijos Anya y Diego, quienes cayeron por el mismo barranco donde perdió el equilibrio Ana Torrealba.

En el sector ya han comenzado a circular varios rumores sobre un fantasma maldito. La sra. Juana, dueña del único restaurante en el pueblo más cercano,  afirma que se trata de un lugareño que fue asesinado en la década de los ´20 y que se levantó de su tumba para vengarse de los descendientes de su asesino; dice que no se detendrá hasta no haber matado al último de ellos. Esta leyenda tiene una base, pues en 1924 encontraron el cuerpo sin vida del obrero  Raúl Díaz Salazar a quien lanzaron por el barranco después de dispararle en el estómago; se dice que estuvo toda la noche desangrándose mientras gritaba por  una ayuda que nunca llegó, y, según los rumores, 90 años después ha despertado por su venganza.

El único descendiente (indirecto) de Raúl Díaz es Petronilo Altamirano, nieto de la hermana de Raúl Díaz, es un hombre de 34 años conocido y querido por todo el pueblo quien padece  de un retraso mental. Tratamos de hablar con él, pero no fue posible obtener ningún tipo de respuesta coherente, y aunque la municipalidad del sector ha insistido en llevarlo a una institución psiquiátrica para su mejor cuidado, los mismos vecinos lo han evitado escondiéndolo cuando ven a las personas del psiquiátrico de la ciudad más cercana.

Lo que los vecinos sí están exigiendo a las autoridades es que acordonen el lugar para evitar más muertes, ellos piensan que si el fantasma continúa asesinando se le puede hacer costumbre y terminar alojándose y haciendo sus fechorias en el mismo pueblo que lo vio crecer y que no escuchó los gritos de ayuda que dió antes de morir.

La policía, consultada acerca de los rumores, descarta completamente la existencia de alguna fuerza sobrenatural que esté en el lugar produciendo los accidentes, sino que dicen que esta vez al menos, se trata de un muy lamentable accidente que podría haber sido evitado si la muchacha no hubiese estado tan concentrada en tomarse la foto, aunque no descartan acordonar el lugar para evitar futuros accidentes.

Pedro Dumont, el prometido, volvió de EEUU al enterarse del trágico accidente pero no ha querido hacer acto de presencia en el sector del accidente e indican sus familiares que no lo hará sino que esperará los restos de su difunta prometida en la Iglesia de “Nuestra Señora Lala”,  misma que habían solicitado para contraer matrimonio.

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Nadie comprendía realmente lo importante y sagrado que era ese lugar.
Desde que la nave nodriza contactó con ella su mundo había cambiado por completo.
No estaban solos...

Corrió por el sector a pies descalzos para sentir la energía de la tierra subir por su cuerpo, se sentía gloriosa: su pelo suelto y largo se movía con el viento que los árboles dejaban pasar mientras la alegría de su misión inundaba su ser. Alzó la mirada para observar nuevamente la hermosa alfombra de colores que sus padres celestiales habían creado para ellos.

El cielo estrellado se veía más límpido de lo normal y esos, justamente, eran los días de sacrificio.

Alzó sus brazos al cielo y entonó suavemente un pequeño rito de iniciación que le habían enseñado cuando la abdujeron. La limpieza de la tierra ya había comenzado, se notaba en los cambios climáticos, en los terremotos y los avistamientos que eran mayores que de costumbre… ella estaba segura que tanto su prometido como ella misma pasarían la prueba de la pureza y serían salvados.

Cuando finalizó su pequeño canto inspiró fuertemente y se dirigió al barranco “Muere Solo”.

Hacía cinco meses exactos, su vida y la de sus cercanos habían cambiado drásticamente. Se había convertido en una antena humana, entre ella y los seres celestiales, tras la abducción y los experimentos que hicieron en ella.  Estaba segura que le hicieron algo para transformarla en lo que era ahora: una receptora, pues podía escuchar y transmitir las órdenes a los seguidores, escogidos estratégicamente, para liberar la tierra del karma acumulado que la estaba carcomiendo.

Por fin tenía un propósito de vida, por fin su existencia se veía recompensada con algo maravilloso, con la conciencia de que ella no era una más del rebaño, ella no era una más de las hormigas que saturaban el planeta.

No.

Ella era especial.
Era la Limpiadora.

Y por supuesto sabía lo que debía hacer.

El cielo la llamaba, las estrellas clamaban por ella. Sentía el tirón de angustia y necesidad que la tierra y las estrellas le estaban ocasionando con su súplica.  No era algo fácil, su tarea era delicada, pero los seres celestiales le habían otorgado dones para que conociera los momentos exactos de los sacrificios.

Cuando llegó al lugar, se acercó sigilosa y observó al nuevo sacrificio, esta vez era una joven muchacha, se veía alegre y feliz.  Observó cómo sacaba su teléfono móvil y se tomaba una foto a si misma, luego se dispuso a enviarla… esa fue su oportunidad...

La sra. Juana, Sacerdotisa de los seres celestiales liderados por el hombre gris, y nueva prometida de Elisario Gómez conocido como “la mano del destino”, se acercó velozmente a la joven muchacha y, ayudándose con una gruesa rama, la empujó en el pecho para que cayera por el precipicio.

Desde el borde, observó cómo la joven se desangraba mientras con los brazos alzados recitaba el ritual del sacrificio.
Un alma había sido liberada y un karma había sido borrado.

La salvación de la tierra se acercaba.


La gorra

Basado en el siguiente titular:


Por Robe Ferrer.

MUERE COSIDO A PUÑALADAS POR “UNA GORRA” DURANTE UN CONCIERTO

El guitarrista del grupo Tu Otra Bonita murió en el acto y otro de los componentes todavía se debate entre la vida y la muerte en el hospital. La Policía no descarta ninguna hipótesis.

Los hechos ocurrieron el pasado sábado a las dos de la madrugada en la sala Galileo Galilei de la capital. El grupo Tu Otra Bonita finalizaba la gira-presentación de su último disco “Solitario Hombre Escoba” ante más de doscientas personas, cuando una persona sin identificar saltó al escenario. Ante la sorpresa de artistas y público, le clavó a Fico Cámara una baqueta de batería en un ojo después de asestar cerca de treinta puñaladas al guitarra Félix Vigara. Los hechos ocurrieron en apenas treinta segundos, por que ninguno de los presentes pudo reaccionar a tiempo.
Según testigos, el concierto estaba en su momento más álgido, el cantante había anunciado que iba a finalizar la actuación tocando “Se quemó”, la canción más conocida del grupo y tras los primeros acordes del tema el agresor apareció en el escenario, sin que nadie pueda especificar cómo, y cometió el brutal crimen.
Tan misteriosamente cómo había subido, el autor de la agresión se escabulló del escenario por la parte trasera en dirección a los pasillos de los camerinos, para abandonar el local por la salida de emergencia.
Pocos minutos después, y tras numerosas llamadas a emergencias, los facultativos sanitarios se personaron en el lugar. Una ambulancia medicalizada trasladó al herido al Hospital Clínico en estado grave tras estabilizarlo en el lugar de los hechos. Allí fue operado de urgencia para retirarle la baqueta que tenía clavada en el ojo derecho. Su estado continúa siendo crítico y se encuentra en la UCI. del citado hospital.
Nada pudieron hacer, sin embargo, por la vida del guitarrista; que se encontraba en parada cardiorrespiratoria cuando los sanitarios llegaron al lugar. Tras treinta minutos de masaje cardíaco, los médicos certificaron la defunción del músico cuyo cuerpo quedó custodiado por la Policía hasta la llegada del Juez de Guardia.
Los funcionarios de la Unidad de Delitos contra las Personas (UDP) llegaron poco después y procedieron a identificar e interrogar a todos los presentes; tanto público como componentes del grupo y personal de la sala en la que se organizaba el concierto.

Una gorra y unas huellas
Los asistentes afirman que no recuerdan nada de lo sucedido momentos antes de la agresión.
Según ha podido saber este medio, a través de los entrevistados, ha sido que nadie puede aportar ningún detalle del agresor salvo que portaba una gorra plateada de los New York Yankees. Ninguno de los asistentes ha podido aportar más datos.
En palabras de A.L. manager del grupo “Fico y Félix fueron atacados por una gorra plateada. No sé de dónde salió ni por dónde se fue; solo sé que esa persona ha atacado a dos miembros del grupo y amigos personales. Espero que la Policía dé pronto con el asesino y se haga justicia”.
“Solo recuerdo una gorra plateada. El resto está borroso, como una sombra. Salió de la nada y cosió a puñaladas al guitarrista, después, atacó al de la batería. No lo vi subir al escenario ni tampoco lo vi bajar; solo vi cómo mataba a ese chico”. Manifestó uno de los miembros del público.
“Nadie del personal de la puerta recuerda haber visto entrar a la persona que llevaba la gorra”. Comenta el encargado del local. “La Policía ha interrogado a todos los trabajadores y asistentes al concierto, así como a los artistas y he oído que todos dicen lo mismo, que lo que les llamó la atención del asesino fue la gorra plateada. No sabían cómo iba vestido, si era hombre o mujer, ni si era viejo o joven; pero todos sabían que llevaba esa gorra”.
El bajista del grupo, Pablo García, dijo que no vio subir al atacante al escenario y que tampoco lo había visto entre el público. “Fue como si se materializara encima del escenario bajo esa gorra plateada. Yo estaba entre Fico y Félix y no había manera de llegar a ellos sin pasar por mi lado, pero no hubo nadie que lo hiciera. No puedo explicarlo. Es como si los hubiera atacado un puto fantasma”.
A pesar de que nadie vio al agresor subir o bajar del escenario, este dejó varias huellas de sangre en su huída. La dirección de las huellas es hacia los camerinos y la salida de emergencia.
El local tiene conectada la apertura de la salida de emergencia a un sistema de aviso acústico, pero el personal de la sala manifiesta que el sistema no se activó. En el exterior del recinto las huellas dejadas por el asesino desaparecen.
La rápida llegada de la Policía evitó que cundiera el pánico y que los presentes abandonaran el local. La poca gente que se marchó de la sala, pudo ser localizada casi de inmediato e interrogada en el lugar.
Los miembros de la UDP identificaron a todos los presentes y los citaron para declarar en las dependencias policiales al día siguiente.

Último concierto
Tu Otra Bonita daba en Madrid el que iba a ser su último concierto de presentación del disco “Solitario Hombre Escoba” cuando ocurrió el ataque sobre dos de sus miembros.
Formado en 2009, el grupo había recorrido cuarenta ciudades de la geografía española presentando su primer álbum de estudio y anoche en Madrid cerraba la gira.
Pablo y Héctor comentaban, hace apenas dos días en un programa de radio, que tenían muchos proyectos de futuro y que trabajaban en nuevos temas.
“Después de lo ocurrido esta noche no podremos seguir adelante” manifestó Alberto.



El inspector Maldonado cerró el diario y lo lanzó sobre la mesa de su despacho con un enfado visible.
—¡Me cago en su puta madre! —exclamó. La puerta de su despacho se abrió despacio. Raramente la tenía cerrada, pero sus hombres sabían que cuando estaba cerrada, su jefe no quería ser molestado.
—Jefe, siento molestarle, pero era para decirle que los miembros del grupo y el personal de la sala ya han acabado de declarar —informó el oficial Vega.
—Muy bien. ¿Queda alguien más por declarar?
—No. Ya está todo el mundo. Estos días hemos interrogado a los asistentes al concierto y hoy al personal del local y los músicos.
—¿Hemos obtenido algo nuevo?
—Nada. Todo el mundo dice lo mismo que los atacó una gorra plateada de los Yankees. No tenemos más datos.
—No es posible que nadie haya visto nada más que una puta gorra, joder.
—Lo sé. Es como si nos enfrentásemos a un fantasma —argumentó Vega sin dar crédito a lo que él mismo decía—. Es de locos.
—¿Qué han dicho los músicos? ¿Habían recibido amenazas o habían intentado agredirles en alguna ocasión?
—Nada. Ahora mismo Lucas está hablando con el cantante, que lo conoce de antes.
—Muy bien. Si tenemos alguna novedad venid a comunicármelo de inmediato.
—Sí, jefe, no lo dude. ¿Alguna cosa más?
—Sí, que dejes de llamarme de usted. Llevas aquí más de cuatro años y sigues tratándome de usted.

Vega salió de nuevo a la zona de trabajo de la unidad. Su compañero Lucas estaba colocando todas las declaraciones que acababan de tomar. Héctor, el cantante de Tu Otra Bonita, esperaba a que el policía acabara con el papeleo.
—Oye, ¿qué tal está Fico? —preguntó Lucas.
—Muy jodido. No sabemos si saldrá de esta; y si sale perderá el ojo —respondió el cantante—. ¿Qué os han dicho los testigos?
—Lo mismo que todos. Nadie vio nada salvo una gorra plateada.
—Eso no es posible.
—Ya lo sé. Y vosotros, ¿no tenéis enemigos? ¿Alguien al que le hayáis levantado una novia, algún grupo al que hayáis vencido en concursos, fans cabreados?
—Nada. Por lo menos que yo sepa —respondió Héctor—. Ha habido chicas que han querido liarse con nosotros, pero cuando las hemos rechazado no ha habido problemas. Habrá novios celosos, aunque no creo que para llegar a estos extremos. Ninguno del grupo ha tenido líos con fans.
Maldonado salió de su despacho en el mismo momento en que entraban en las dependencias Isaac y Martín, los otros dos policías del grupo.
—¿Qué tenemos? —les preguntó nada más verlos.
—Más de lo mismo —respondió Isaac.
—¿Habéis ido a la tienda de caza?
—Sí, pero no hemos conseguido nada. El dependiente sí que recordaba el cuchillo, y haberlo vendido el viernes por la tarde, pero no recuerda nada más. Bueno sí, una gorra plateada. Ninguna descripción.
—¿Cámaras?
—Sí. Aquí traemos la grabación. Íbamos a verla ahora mismo.
Los cuatro policías, el inspector y el cantante del grupo se sentaron frente al ordenador para ver el vídeo de seguridad. Todos se quedaron boquiabiertos cuando en la imagen apareció la silueta de una persona con una gorra plateada de los New York Yankees. Aquello era lo único a lo que prestaron atención. No eran capaces de centrarse en la cara del comprador, en su ropa, en su estatura, ni siquiera en su sexo.
Acabado el video, Maldonado se dirigió a sus hombres confuso.
—¿Qué es lo que habéis visto?
—Una gorra plateada de los New York Yankees —fueron respondiendo uno tras otro los policías. El cantante de Tu Otra Bonita, que aún seguía allí, afirmó lo mismo que los miembros de la UDP.
—¿Nadie ha podido sacar ni un solo rasgo del dueño de la gorra? —quiso saber el jefe.
—Nada. Pero podemos volver a ver el video. —Vega pulsó de nuevo el botón de reproducción del programa multimedia, pero en lugar de la grabación apareció un mensaje de error: “El archivo que intenta visualizar está dañado o tiene un formato desconocido”—. ¿Pero qué…?
Todos los presentes se quedaron estupefactos. Menos de un minuto antes habían visto aquel video. Vega pulsó una y otra vez sobre el archivo, pero siempre salía el mismo mensaje de error.
—¡Joder! —masculló el inspector—. Todos a la calle a buscar a esa puta gorra y al que vaya debajo.
Los cuatro policías abandonaron las dependencias de la UDP y comenzaron la búsqueda del asesino de la gorra.

Dos días después, Lucas y Vega entraron en el despacho con una persona esposada. Maldonado salió de su despacho al ver que el detenido llevaba puesta una gorra plateada de los New York Yankees. Los dos policías hicieron que se sentara en una silla para tomarle declaración y le dijeron a su jefe dónde habían detenido al sospechoso del ataque.
—Estaba en una estación de autobuses y llevaba allí desde la noche de la agresión —informó Vega—. Según nos han dicho los vigilantes, llegó allí, se sentó en un banco y no se ha movido desde entonces. Al principio no les extrañó porque hay muchos mendigos que entran a la estación para no pasar frío.
—Muy bien —felicitó el inspector. Después se dirigió al detenido—. Y tú, ¿cómo te llam…?

La pregunta se quedó en el aire cuando Maldonado se giró hacia el individuo de la gorra y este había desaparecido. En la silla en la que estaba sentado solamente quedaba una gorra plateada de los New York Yankees y las esposas de Vega.


Drogas, adolescentes y padres monstruosos

Basado en el siguiente titular:


Por Raúl Omar García.

Miro a los jóvenes que hay detrás de mí mientras aplico todas mis fuerzas sobre el picaporte para que no abran la puerta que trabo con mi cuerpo, el cual se sacude por las embestidas que dan del otro lado, y lo que veo es solo a niños asustados y no a los drogones que creía encontrar.
No los culpo. Yo también estoy aterrado.
*****
Esa mañana había llegado a mi despacho un matrimonio con un pedido de lo más peculiar, aunque no poco habitual. Una misión sencilla que no merecía los gastos de mis servicios si se dedicaran a ser buenos padres.
La mayor parte del tiempo habló la mujer. El hombre le susurraba cosas al oído que, al parecer, ella repetía. Una actitud sumamente inquietante, les diré. No suelo sentirme incómodo, mucho menos en mi oficina, pero puedo asegurar que esa escena me resultó embarazosa.
Después de que me explicara los motivos de su visita, la señora rompió en llanto. Y hago un paréntesis aquí mismo, porque… A ver. Tanto su rostro como su cuerpo demostraban que había entrado en una crisis nerviosa. Sus hombros subían y bajaban, los ojos se encontraban entornados y sus labios formaban un horrible ocho. De arriba abajo era la viva imagen de una persona que lloraba desconsoladamente, pero faltaba lo esencial: lágrimas. No soltaba una puta gota. Disculpen la palabra…: una sola gota. O era una buena actriz, o presenciaba yo un evento insólito de ausencia de lagrimales.
Su marido apenas parecía sobarle el lomo como quien acaricia a un perro.
En fin, dadas las circunstancias, demás está mencionar que tuve mis reparos al tomar el encargo, pero la «acongojada» pareja me colocó un fajo de billetes sobre el escritorio que me fue imposible rechazar (clink caja, acepto).
Era prioridad empezar el seguimiento de inmediato. Ah, sí, mi nuevo caso era encontrar pruebas de que el gurrumín de la familia era un drogón en potencia.
El hijo de la pareja partió de su casa a las tres de la tarde. Tiré el cigarrillo a medio fumar por la ventanilla del auto y encendí el motor para seguir sus pasos. Anduvo muchas cuadras y pegó más vueltas que una calesita. Por momentos se volteaba, como si supiera que alguien lo venía siguiendo. Eso me puso tenso. Sé hacer mi laburo, y la manera de actuar del muchacho parecía dejarme en evidencia aunque yo supiera que no era así. Lo cual me llevó a una suposición: intentaba rehuir de alguien y no era de mí.
Finalmente se detuvo frente a una ruinosa vivienda, a la cual ingresó no sin antes efectuar el famoso acto de ver si había moros en la costa. Entró deprisa y sin golpear: el pendejo tenía llave.
Anoté la dirección del domicilio en mi libreta y la guardé en el bolsillo interior de la campera de cuero. Luego usé el teléfono celular para llamar al inspector Víctor Vega para que me proporcionara información sobre los dueños de la propiedad. Cómo presumí, era una residencia abandonada en terreno fiscal.
Bajé del auto y rodeé el sitio para poder espiar por alguna ventana. Localicé una, pero el cortinado apenas me regalaba figuras de siluetas deformes. Eran cinco allí dentro.
Escuché ruido en la entrada principal y me escabullí detrás de un arbusto. Apareció un muchacho alto y desgarbado, que caminó hacia la esquina, donde se detuvo. Revisaba su teléfono a cada rato, ansioso, hasta que un coche dobló la esquina y se paró cerca de él. El conductor estiró un brazo y manoteó el dinero que el pibe le ofrecía y a continuación le proporcionó una bolsita. ¡Digan whisky! Capturé la imagen del día con la Polaroid Spectra 1200i que me había regalado un amigo forense de Estados Unidos, una maquinita que largaba una instantáneas impresionantes. Terminada la transa, el flacucho regresó al hogar.
Retorné a mi auto y me quedé ahí sentado hasta el anochecer. Comenzaba a adormecerme de aburrimiento. Encendí la radio y busqué una AM que pasara tangos. El cambio de dial efectuó su interferencia habitual cuando la portezuela del acompañante se abrió de golpe.
—Sabía que tu retiro no duraría mucho —dijo Vega tras acomodarse en el asiento.
—La concha de tu hermana, vas a matarme de un infarto.
—Te ofrecí un lugar en la fuerza y lo rechazaste.
—Y yo te dije que la fuerza es muy corrupta. ¿Qué haces aquí?
—Lo recuerdo… ¿Andabas con ganas de acción?
—La necesidad no tiene nada que ver con las ganas —le respondí. Y Era verdad.
—¿Necesitas dinero? Sabes que puedes contar conmigo, ¿no? —Claro que sabía, pero no le respondí, hurgué en la guantera, saqué el recorte de un diario y se lo entregué.
—Clarín miente —soltó en seguida.
—Sí, lo sé, pero en esta ocasión no.
Lo que le invité a leer fue lo siguiente:
AUMENTA EL NÚMERO DE PADRES QUE CONTRATAN DETECTIVES PARA VIGILAR SI SUS HIJOS SE DROGAN
Buscan saber qué hacen y con quiénes se juntan. Droga, alcohol, adicción a Internet y pedofilia son las mayores preocupaciones. Para los expertos, la tendencia habla de padres alejados de sus hijos que usan "intermediarios" para enterarse de sus vidas.
Las agencias de detectives privados, famosas por descubrir infieles y cazar deudores o estafadores, ahora también se dedican a seguir chiquilines para ver dónde y con quiénes vaguean, si se drogan o se emborrachan. Sus sofisticados servicios también permiten meterse en sus computadoras y leer sus mails, ver cada página por la que navegan, seguir paso a paso sus chats. Lo mismo con sus celulares. Los temerosos padres pueden así obtener informes pormenorizados de sus hijos en tan sólo un santiamén. Eso sí, la falta de confianza y la incapacidad de dialogar les salen carísimo, hasta mil pesos diarios.
Hace poco, dos consultoras distintas hicieron dos encuestas sobre los temores de los padres de adolescentes. Los resultados son prácticamente iguales: le temen, fundamentalmente, al consumo de drogas y alcohol, también a la inseguridad. Y reconocen que lo que más les cuesta es ponerles límites a sus hijos.
Según los detectives, la pedofilia, la droga y el alcohol son los principales fantasmas de los padres. También hay otro: la homosexualidad. Pero en ese tema, aseguran los espías, ellos no se meten porque "es asunto privado". Igual, a veces les pasa que investigan porque los padres sospechan por drogas y terminan descubriendo una relación homosexual.
Investigadores informan que son padres que arrastran sospechas desde hace mucho. Confirman que son padres que quieren saber en qué andan sus hijos: si trabajan, si estudian, qué parejas tienen, si están en la droga, ya sea porque consumen o venden. Algunos también porque están perdidos, buscan su paradero. Los chicos que ellos deben “espiar” van de los doce a los veintiséis años.
También nos cuentan que el "problema" de los más chicos es la adicción a Internet. Sus padres quieren sabe con quién chatean, y también temen que caigan en bandas de pedófilos. Los motivos de investigación en los más grandes están relacionados con la adicción a las drogas y al alcohol. Los siguen a la salida del colegio, ven si toman cerveza, si fuman. También van a boliches, observan si se meten en líos, etc. Se interviene la PC con aparatos, o programas especiales, con autorización de los padres. Se vigilan los celulares (se ve a quiénes escriben, a quienes llaman), se interviene el teléfono de línea de la casa para asegurarse si lo usan cuando los padres no están. Se les sigue en sucesivas ocasiones, el lapso en que no están en sus casas. A la hora de seguirlos utilizan chicas jóvenes que pasan desapercibidas y generan menos sospecha, y saben sacar más información. Utilizan softwares y equipos usados para intervenir las computadoras llamados keyloggers, los cuales se consiguen en Internet, pero afirman que no todos los detectives saben usarlos. Coincide la mayoría en que los chicos son muy hábiles con la computadora y sólo gente acostumbrada a esto sabe cómo hacer la intervención. Se investigan sus contactos celulares y de facebook, sus contactos en MSN, sus charlas. Todo.
El oficio que implica develar misterios, secretos o verdades ocultas tiene estrategias especiales a la hora de tratar con adolescentes.
“Que seas paranoico no quiere decir que te estén persiguiendo”, dice una conocida frase popular. Pero quizá sí, cualquiera podría observar tus movimientos desde atrás de un árbol, seguirte con el auto o hasta infiltrarse en tu grupo de amigos o en tu computadora.
Vega me observó con pesadumbre.
—¿Te dedicas a esto, Norman? —Asentí y bajé la vista—. El Norman Brichta que yo conozco resuelve hechos que el común de nosotros jamás lograría y me confirmas que investigas…
Interrumpió la perorata a la mitad. Un grito se alzó del interior de la casa que estuve vigilando. Vega y yo nos bajamos a toda prisa. Víctor avanzaba con su arma en la mano. Se me adelantó y, a la carrera, arremetió contra la puerta de una patada. El joven al que le seguía la pista se hallaba inconsciente en el piso, rodeado de sus compañeros: el larguirucho, un morrudo y dos señoritas que no pasarían los dieciséis años.
—¿Qué tomó? —rugió Vega guardando la pistola. Los adolescentes parecían no reaccionar—. Le agarró una sobredosis, ¿no? ¿De qué?
—¿So-sobredosis? —balbuceó el alto, y Vega lo cazó de la oreja—. Dame la falopa, borrego del orto, o te pego semejante patada en el culo que te vas a cagar de hambre en el aire.
¡Fueron nuestros padres! —aulló una de las chicas. Víctor y yo la contemplamos desconcertados—. No son humanos. Y quieren matarnos por no ser como ellos.
Vega me lanzó una mirada que expresaba: ¿De qué carajo habla…? Pero no pudo articular ni un vocablo. Un sonido como de una tela sacudida por el viento fue el preludio a la llegada de una sombra surgida de la noche, que succionó a mi amigo hacia el exterior. La casa tembló. Las niñas se abrazaron y, de rodillas, lloraron a moco tendido. El morrudo intentó huir, pero un ser inmenso y monstruoso volaba hacia nosotros. Me precipité hacia la puerta, la cerré y apliqué todas mis fuerzas sobre el picaporte para que no la abrieran. Mi cuerpo se sacudía por las embestidas que daban del otro lado. Contemplé a los jóvenes que tenía detrás de mí y lo que vi fue solo a niños asustado y no a los drogones que creía encontrar.
No los culpé. Yo también estaba aterrado.
*****
Abro los ojos y tardo en darme cuenta me encuentro en la habitación de un hospital. Parado a los pies de la cama, el inspector Vega me regala una de sus sonrisas socarronas.
—Ay, Norman. Más viejo, más pelotudo.
—¿Qué me pasó? —carraspeo. Me duele la garganta.
Pasó que la viga podrida a la que ataste la corbata para ahorcarte se quebró. —Cierro mis párpados y suelto un suspiro—. Cuando charlamos anoche no te noté bien. No poseo tus facultades deductivas, pero me considero un sabueso que sabe cuándo algo huele mal. Fui a verte y no atendías cuando toqué timbre. No me quedó más remedio que forzar la puerta de una patada. Te encontré tirado junto a la silla, con la cara tan azul como un pitufo. Norman, si quieres mantenerte ocupado, atiende mis llamados y juega en serio, y deja esos trabajos de mierda.
Mi semblante le debe comunicar mi desconcierto, porque a continuación agrega:
—Dejaste esta hoja de diario en el suelo. —Me extiende el papel y comprendo de inmediato al leer el titular sobre el aumento de número de padres que contratan detectives para vigilar si sus hijos se drogan—. Recupérate pronto. Mañana vendré a visitarte. Tengo un deceso que quiero que analices. Un fiscal fue hallado muerto en el baño con un tiro en la sien.
—Y no piensas que sea suicidio —murmuro.
—No existen rastros de pólvora en sus manos. —Sonríe—. Extraoficialmente, esto es para ti. Pide que te traigan un Clarín para que te vayas empapando en el tema, pero no te dejes llevar por sus noticas, tergiversan la realidad —dice, me guiña un ojo y da media vuelta para retirase.
—Víctor —le llamo, y él se vuelve—. Gracias. Y sí sé que puedo contar contigo—. No comprende qué le quiero decir con eso, pero le debía la respuesta a esa pregunta que no sabe que me formuló en mis locas fantasías. Me dedica un gesto de saludo militar y se va.

Yo me quedo solo, cavilando en drogas, adolescentes y padres monstruosos.