jueves, 19 de febrero de 2015

Siempre no fue el maniático; gran equivocación de la policía

Basado en el siguiente titular:


Por Carmen Gutiérrez.

Ciudad del Edén, 22 de junio.

Desde el lunes pasado, han aparecido al menos doce personas asesinadas en diferentes partes de la ciudad, que han causado que el Departamento de Seguridad Pública haya hecho un llamado a la población para extremar precauciones en todos los medios de comunicación, así mismo se solicita la colaboración de los ciudadanos para reportar cualquier actividad sospechosa en estos parámetros.

En un hecho sin precedentes, el jefe de la policía de la Ciudad, ofreció esta mañana una rueda de prensa para informar sobre los avances en el caso de los asesinatos de hombres que han hecho que la población masculina externe sus preocupaciones. El C. Patricio Castillo Paredes, coordinador de Jefatura de Policía ha sido criticado en varias ocasiones por la pasividad mostrada por la institución ante los doce cadáveres de hombres que han sido encontrados en los últimos días.

El Jefe de la policía informó que el arresto de David Ávila M. hace cuarenta y ocho horas fue un error y que “el señor Ávila estuvo en el lugar equivocado en la hora equivocada.” Se le preguntó si la liberación de cargos hacia Ávila le iba a hacer acreedor de algún tipo de indemnización a lo que el jefe contestó que no se iba a discutir eso con la prensa porque “el señor Ávila llevaba una defensa especial debido a su condición mental”.

Según la información presentada por el C. Castillo, David Ávila presenta una deficiencia mental en alto grado, algo que Derechos Humanos califica como suficiente para que la defensa del hasta ayer acusado sea tratada como extraordinaria y que, sin que intervenga con el curso de investigación, David Ávila será ingresado por unos días en el Hospital Psiquiátrico del Ayuntamiento para recibir tratamiento y todas las atenciones requeridas, antes de volver a casa.

Los asesinatos han sido realizados sin el contexto de asalto y siempre usando un arma blanca, en todos los casos, las víctimas han estado solas y han fallecido antes de poder recibir la atención de los paramédicos. Hasta el momento y, descartando la denuncia que llevó al arresto de David Ávila, no se han recibido datos de que el o los atacantes hayan sido vistos o descritos.

El coordinador informó que el arresto de David Ávila se realizó el pasado jueves, cuando una vecina de la colonia El Refugio, denunció la presencia del cadáver de Ricardo Pantoja a las afueras de su domicilio. Al llegar los elementos de seguridad se percataron de que David Ávila estaba entre los curiosos, con la ropa llena de sangre e intentó huir antes de ser arrestado. Pantoja murió debido múltiples heridas en el tórax, al parecer causadas por un cuchillo cebollero que perforó sus pulmones en varias ocasiones.

Similares condiciones a la muerte de Ricardo Pantoja (víctima número 10), han sido identificadas en las otras once víctimas, cuyos datos y fecha de deceso se especifican en el cuadro adjunto. El coordinador Castillo informó que la liberación de Ávila se debió en parte a que después de su arresto aparecieron dos cadáveres más. “El departamento está trabajando con todos los datos que tiene” aseguró Castillo “por eso pedimos la cooperación de la ciudadanía”. Agregó que las víctimas no tienen relación social entre sí y sospechan que los perpetradores son parte de alguna secta ya que “los asesinatos se realizan con el mayor sigilo y dentro de un margen de tiempo poco común para los asesinos en serie”.

La Jefatura dijo que las víctimas son “de sexo masculino, entre los 17 y 38 años de edad” pero que no hay un patrón de características físicas ni económicas ya que Ricardo Pantoja era desempleado pero Humberto Martin del Campo, la última víctima, era el dueño de una cadena de restaurantes.

Al ser cuestionado sobre las ropas llenas de sangre que vestía David Ávila el día de su arresto, Castillo mencionó que Ávila, dentro de su enfermedad, había tratado de limpiar el piso donde yacía el cadáver de Pantoja antes de que la policía llegara al lugar de los hechos “David Ávila si es un maniático” dijo “pero no es el que buscamos”. Según el coordinador el departamento aumentará los patrullajes y analizará las cámaras de videovigilancia para estudiar mejor las situaciones de riesgo. “El consejo de seguridad es buscar zonas alumbradas, evitar la oscuridad, procurar ir acompañados de alguien, no facilitar ser vulnerables, y si ven a alguna persona sospechosa, llamar a la policía o gritar”. 

David Ávila, de 20 años de edad, vive con sus padres y debido a su discapacidad mental no trabaja ni estudia. Al cierre de esta edición se estaba programando una entrevista exclusiva con sus familiares, pero los vecinos de la zona declararon a un servidor, que el joven ha sido siempre muy tranquilo e incluso confiable, dijeron que tenía una manía compulsiva de limpiar todo y que incluso eso ha ayudado a que el barrio este más presentable y bonito. “Cuando se lo llevaron todos protestamos y tratamos de ayudarlo” dijo una vecina que se negó a dar su nombre para proteger a su marido de las represalias que el verdadero asesino pudiera tomar “pero los policías son unos cerdos y no quisieron escuchar”

Desde la crisis del 2012, en que la ciudad sufrió un extraño ataque por parte de animales domésticos, las autoridades no habían tenido casos de asesinatos tan extremos. En las redes sociales se hacen comparaciones y se especula que si el asesino sigue activo en los próximos meses se podría colapsar el sistema como en aquella ocasión. “La ciudad del Edén está indefensa en cuestiones de seguridad” declaró José Paz, sociólogo e historiados de la Universidad Autónoma del Edén, quien es su más reciente columna en este diario ha criticado fuertemente a las autoridades…

Doña María cerró el periódico y lo estrechó con fuerza entre sus senos marchitos rezando una oración de agradecimiento. Su Davidsito iba a regresar a casa. Decidió que esa noche cenaría una pieza de pan dulce con un café negro, como le gustaba a su hijo y que al día siguiente encendería una vela por cada una de los pobres señores asesinados que sabe Dios quienes serían y que ella sabía que existían sólo porque los benditos periódicos los mencionaban. Se sintió triste por ellos y sus pobres esposas que sabe Dios en donde encontrarán consuelo, pero ella tendría a su Davidsito pronto a su lado y esta vez lo cuidaría mejor.

Sonrió al recordar como el chiquillo revoltoso se había convertido en un señor en miniatura, como limpiaba la estufa con esmero sin que nadie se lo pidiera, bueno, en realidad limpiaba todo con delicadeza, como si se le fuera la vida con cada mota de polvo que se posaba en la mesa o con alguna pelusilla que entorpeciera el color original de su ropa. Sabe Dios los berrinches que tuvo que soportar cuando el chico iba a la escuela y su uniforme se ensuciaba por jugar en el patio hasta que fue imposible que alguna escuela lo admitiera y ellos decidieron que el niño se quedara en casa.

Fue por ese entonces que le dio por cantar muy bajito. Se paseaba por la casa limpiando todo lo que se encontraba sin dejar de cantar entre dientes, tarareaba mientras comía llevando el ritmo de esa melodía con el cuerpo. Al Carmelo le molestaba tanto que optó por hablar a gritos para no escuchar la misma canción una y otra vez. Pero al Carmelo todo le molestaba ¿Qué se le va a hacer si el Carmelo es un viejo terco y amargado? Siempre enojado porque el niño cantaba sabe Dios cuantas veces al día la canción de la macarena esa, molesto porque el niño no hablaba como Dios manda, enfurecido porque el niño se empeñaba en limpiarle los zapatos en cuanto entraba en la casa.

Y ahora el Carmelo quería hablar con los reporteros, si hasta los había citado al día siguiente, sabe Dios para qué. Lo que pasaba es que el viejo quería quejarse y que alguien lo escuchara; claro, como Davidsito era un niño tan bonito y todos lo cuidaban en el barrio, el viejo Carmelo tenía que ser el único que tuviera una queja del pobre muchacho. Un padre no debería quejarse de sus hijos en los periódicos, por mucho que el niño haya llegado a ensuciar cosas para poder limpiarlas después.

Eso fue lo que le dijo Davidsito, casi llorando, cuando lo vio lavando su camisa en el patio. Que se la había ensuciado para seguir limpiando. Sabe Dios lo que Doña María sintió cuando lo vio llegar lleno de sangre el lunes. Lo siguió por la casa sin decirle nada y lo observó con cuidado mientras limpiaba el cuchillo cebollero que llevaba. El muchacho estaba cantando de nuevo con tal contento que ella alcanzó a escuchar que la macarena tenía que darle a su cuerpo alegría que su cuerpo era para darle alegría y cosa buena, sintió sabe Dios qué cuando el chico volvió a seguir el ritmo con las manos mientras lavaba la ropa. No le dijo nada al Carmelo porque el viejo amargado iría con el chisme a la policía y seguro que empezaría a gritar que Davidsito era peligroso.

Pero es que nadie había entendido a su hijo como ella. Nadie se fijó en que la luz de sus ojos se estaba apagando y que ya nada más murmuraba la bendita canción sin pronunciar las palabras siquiera hasta que comenzó a llegar sucio y cubierto de sangre. Sabe Dios que ella comenzó a seguirlo cuando salía por las noches, aunque lloviera, aunque hiciera mucho frío, para cuidar que no le pasará nada al hijo de sus entrañas y solo ella apagó en su alma el sopor que sintió al ver como Davidsito le enterraba el cuchillo cebollero a aquel señor. Convirtió el terror en admiración cuando nadie se enteró de nada, ni nadie lo escuchó, porque mientras andaba cazando no cantaba, ni tarareaba, ni vacilaba y nunca le tembló la mano.

Pero eso ya había quedado atrás. Como el terror que sabe Dios qué sintió cuando se lo llevaron. Pensó que se iba a morir de la pena si descubrían que Davidsito andaba por las noches matando gente, se lo iban a quitar y a dejar encerrado sabe Dios cuanto tiempo y ¿qué iba a hacer ella, que ya estaba vieja, sin su hijo? Así que dejó de pensar como Doña María siempre piensa, se olvidó del Carmelo, se llenó de valor y una noche se salió a cazar. Y la noche siguiente también. Y había funcionado.


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