lunes, 8 de junio de 2015

Mi hermana

Por Romina Hernández García.

Dejó las jaulas de los hurones en el suelo para abrir la puerta de su nuevo  departamento, antes de abrir la puerta respiró hondo y cerró los ojos para hacerse a la idea de que finalmente estaba ahí, frente a la puerta de su departamento, a solo un día de comenzar a trabajar en la empresa que la había inspirado de diferentes maneras.
Su cuerpo se inquietó, sintió sorpresa e inquietud por todo lo que iba a descubrir aquí, su vida iba a cambiar por completo, era lo más emocionante que había vivido después de ese inolvidable viaje a Alemana y el año en que volvió a ese hermoso país, que cambió su forma de ver las cosas, a estudiar. Innumerables recuerdos llenaron su mente, se vio subiéndose al avión para emprender el viaje que la llevaría a la  entrevista de trabajo en House Special, los nervios una semana antes de aquella entrevista se habían esfumado ese mismo día  porque ella estaba segura de que podía hacerlo, “Voy a trabajar ahí” se repitió como lo hacía cuando tenía dieciséis años, esa semana se divirtió como nunca y aprovecho cada día para conocer la zona, Portland era hermoso y ella se sentía bien ahí.
Cuando regresó a México y la llamaron por teléfono brincó de felicidad al mismo tiempo que gritaba como loca al saber que la habían contratado, su madre lloró con una enorme sonrisa en el rostro, su padre la abrazó y le dijo lo que ella  siempre quiso escuchar. Se sintió victoriosa y ansiosa por su nueva experiencia laboral, trabajar en México era una cosa pero trabajar para una empresa extranjera era lo que siempre había querido y su objetivo antes de comenzar a estudiar artes plásticas.
Después  todo mundo se enteró de que se iba a vivir a Portland y le organizaron una fiesta de despedida, la que le hicieron sus amigos había sido divertida, en todas hubo risas, relatos chistosos, abrazos y muchas lágrimas. Todos estaban alegres de verla cumplir sus sueños, sus cuatro hermanos le habían dado regalos para que los recordara, sus abuelos le dijeron que pronto irían a visitarla, lo que se cumplió unos meses antes de comenzar a trabajar, su familia y abuelos viajaron con ella a buscar departamento, cosa que ella habría preferido hacer sola pero al final los dejó porque sabía que eso los haría felices, amueblaron a su estilo haciéndole pequeñas sugerencias, ella pintó su cuarto como lo había imaginado y todos se quedaron unas semanas de vacaciones aprovechando que ya estaban ahí. Fue divertido disfrutar de su familia una última vez, ahora ya no tendría padres que le dijeran que hacer o le pidieran favores, podía hacer lo que quisiera como antes pero con más libertad, sui hermano ya no podía molestarla, picarle las costillas o burlarse de ella como antes, ahora solo podrían pelear por mensaje y de vez en cuando, sus hermanas ya no iban poder pedirle ayuda en las tareas como antes, ya no iba a jugar con ellas y ver películas en inglés y sin subtítulos para mejorar su inglés. Extrañaría muchas cosas pero no se sentía triste, estaba muy emocionada por ver lo que le esperaba en Portland.
El sonido de los pasos de sus nuevos vecinos subiendo las escaleras la sacaron de sus recuerdos. Subir las escaleras habría sido difícil si sus vecinos no la hubieran ayudado. Gracias a esto ella y su hermana  ya no tuvieron que hacer varios viajes para subir las maletas, su hermana mayor se había atrasado así que la esperó mientras platicaba con sus nuevos vecinos.
Era una pareja joven, él era músico y ella era una Doll Maker, ambos habían invitado a ella y a su hermana a comer después de que terminaran de instalarse. Su hermana mayor y su mascota Gibbs, un perro pug, habían ido a vivir con ella para estudiar y comenzar a vender sus productos, ella también era Doll Maker, además  su perro y los hurones se llevaban bien y les harían compañía.
Cuando su hermana y Gibbs llegaron al departamento se despidieron de la pareja y agradecieron la ayuda. Ambas se sonrieron al abrir la puerta del departamento, metieron todas las maletas y se sentaron en la pequeña sala a descansar, empezaron a hablar en inglés y se rieron porque para ellas  era un poco extraño estar en otro país y tener que hablar con otro idioma con las personas que conocían, “a veces se te olvida en que idioma hablar” dijo una de ellas.
Lo primero que hicieron fue desempacar un poco, dejaron salir a Ziva, la hurona blanca, para que se familiarizara con el lugar y luego se bañaron y salieron a caminar un rato, estaba soleado y el perro estaba alegre de salir a conocer, compraron algunas cosas para la cena y volvieron al departamento para después ir a comer con sus vecinos. La tarde se la pasaron platicando de muchas cosas con sus vecinos, Gibbs y el perro de los vecinos jugaron y los hurones por fin pudieron descansar en su nuevo hogar.
Ya en la noche cada quien se fue a su cuarto y ella se puso a pensar en lo lejos que había llegado, casi nunca le daba mucha importancia a lo que la gente le decía pero esa noche se puso a pensar en todo lo que le habían dicho antes de que se fuera de su país, las palabras de aliento y motivación eran tantas que casi no las recordaba con exactitud, de repente se acordó de lo que su madre le había contado acerca de lo que las personas pensaban de ella, ella ya sabía qué era lo que la mayoría de la gente que la rodeaba pensaba de su actitud pero eso nunca le importó, ella estaba bien con ella misma y no tenía que estarlo con nadie más. Para ella era absurdo que algunos de sus familiares juzgaran sus acciones sin saber nada de lo que ella tenía planeado, “para qué esto, para qué el otro” “¡Ella se va a ir!, ¿A dónde?” “¿Vas a estudiar Artes plásticas? Y por qué no mejor estudias administración, así vas a ganar más, ¿De qué vas a vivir?” muchas opiniones que nunca la hicieron dudar de sus decisiones, ella solo escuchaba y dejaba que la gente pensara lo que quisiera pero ella no cambió lo que era por unos simples comentarios. Siempre había sido una persona segura de sí misma, desde niña se había sentido atraída por los colores y las formas de las cosas que la rodeaban. En el Kínder prefería dibujar todo lo que quisiera y pintarlo de colores como un arcoíris, “No hacía nada más que dibujar” bromeaba cuando ella y su hermana hablaban de cuando eran niñas.
Siempre tuvo talento y lo aprovechó al máximo, desde chica cuando hacía las tareas y les ayudaba a otras personas que no sabía dibujar, ella siempre estaba dispuesta a ayudar, había personas que abusaban de su generosidad  pero ella no era de las personas que se quejan de todo, para ella el hubiera no existía y siempre que podía aprovechaba  la oportunidad que se le presentaba, viajes de intercambio, trabajo, lo que fuera para ella estaba bien y era algo que no se volvería a repetir.
Se movió para acomodarse en la cama y suspiró por primera vez desde que estaba ahí, se sintió relajada y más ligera que antes, ahora ya no tenía las mismas responsabilidades que tenía cuando vivía con sus padres, ahora tendría que trabajar y eso no era un problema, había entrado a la empresa publicitaría que quería, donde le pagarían por jugar, por hacer lo que más le gusta y dejar su huella en el mundo de la animación, siempre le gustó jugar a que era una muñeca que tenía que vivir en el mundo real, ver todo enorme y arreglárselas para escalar el sillón y caer de la mesa con cuidado para no lastimarse, no ha dejado de ser niñas en el interior aunque cuando la situación lo requiere a veces puede ser más madura y racional que sus padres, a veces ella pensaba que sus padres no eran muy lógicos y solo no querían aceptar que estaban equivocados, ella les decía en qué estaban mal y no titubeaba para dejarles claro lo que ella pensaba de su forma de actuar, la mayoría de las veces esta actitud le traía muchos problemas y las castigaban por lo mismo aunque ella tuviera razón.
Imprudente, maleducada, grosera y rezongona eran algunas de las palabras que sus padres usaban para referirse a ella, cuando estaban enojados con su hija, pero cuando no ellos veían lo que en realidad era ella, su talento en el dibujo y la escultura, la curiosidad y valentía que la caracterizaba, entonces su enojo menguaba y el orgullo se mezclaba con la alegría de ser parte de su mundo y ser sus padres, haberla cuidado y alentado en todo lo que pudieron aunque la mayoría lo hizo sola y descubrió por sí  misma, si sus padres no hubieran sido sus padres ella no estaría ahora, en Portland , cumpliendo sus sueños.

Fin

Consigna: basado en la letra de Sigo aquí de Alex Ubago, utilizando una situación de alegría.                        

Sigo Aquí/Alex Ubago
Soy la pregunta del millón
siempre la interrogación
no respondas que sí porque sí
Y qué, qué podrías tú decir
si yo no te voy a oir
no me entiendes
y nunca seré lo que esperas de mí
Jamás ya me vas a conocer
niño y hombre puedo ser
no me uses y apartes de tí
y vi como alguien aprendió
lo que nadie le enseñó
no me entienden
no estoy aquí
Y yo sólo quiero ser real
y sentir el mundo igual
que nosotros seguir siempre así
por qué yo tendría que cambiar
nadie más lo va a intentar
y no entienden
que sigo aquí
Y tú ves lo que ellos nunca ven
te daría el cien por cien
me conoces y ya no hay temor
Yo mostraría lo que soy
si tú vienes donde voy
no me alcanzan
si eres mi amigo mejor
Que sabrán del mal y el bien
yo no soy lo que ven
todo un mundo durmiendo
y yo sigo soñando por qué
sus palabras susurran mentiras
que nunca creeré
Y yo sólo quiero ser real
y sentir el mundo igual
que nosotros, por ellos, por mí
por qué yo tendría que cambiar
nadie más lo va a intentar
estoy sólo
y sigo aquí
Sólo yo
estoy aquí
sigo aquí
sigo aquí

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