Por María Galerna.
A ti:
A ti:
He hecho
cosas de las que ahora, al echar la vista atrás, me arrepiento. Cosas
deleznables que asustarían al mismo demonio, si ése no estuviera encarnado en
ti.
Te quise, no, no puedo mentir ahora, te quiero y
siempre lo haré. Te amé desde el mismo instante en que llegaste a mí, desde la
primera palabra pronunciada empezaste a formar parte de mi vida y a tomar
posesión de ella.
Con el paso
del tiempo te fui conociendo mejor y descubrí tu maldad, pero ya era tarde,
estabas en mi sangre, en mi mente, te pertenecía.
Pero ya no lo soporto. Sé que nunca me quisiste, sólo
fui un mero instrumento a través del cual conseguir lo que te apetecía.
Disfrutabas con el mal. El mal hecho a otros por mí…para ti.
Ahora que
aún soy yo, que aún quedan rastros de mí, tomo esta decisión. Si para ser libre
he de morir, te mataré.
Fdo:
Fernán J. P.
Esta carta la encontré encima de la mesa
de mi despacho, el primer día que llegué a mi nuevo puesto.
Se encontraba encima de una carpeta con el
membrete del centro. Despertó enseguida mi curiosidad porque estaba fechada
hacía más de cuarenta años. Después de leerla dirigí mi atención a la carpeta.
Al abrirla me topé con una fotografía en blanco y negro de la cara de un hombre
joven. Al pie de la imagen había un nombre Fernán
J. P. El mismo que firmaba la carta.
También encontré informes médicos y policiales. Empecé por los primeros
“Se trata del caso de
un muchacho, de unos 17 años, traído a esta institución por su familia a
petición de su médico.
Presenta un cuadro sicótico. Le serán
realizadas diversas pruebas para ver su grado de incapacidad”
Seguía una lista de pruebas a realizar y
sus resultados. Dada la época en que se realizaron, algunas de éstas pruebas
serían cuando menos cuestionables en la actualidad. Al pie de la última página
encontré un añadido.
“Dada su agresividad demostrada hacia
otros internos, se le recluirá en una sala de aislamiento por tiempo
indeterminado”
Ya no podía dejar de leer. Pasé al informe
de la policía.
“Personados en el lugar de los hechos,
encontramos a un varón de 35 años colgado en su habitación. No presentaba
signos de violencia, y dado que se encontraba en aislamiento, la conclusión es
que ha sido un suicidio”
Como jefe de psiquiatría, ahora y después
de leer los informes yo hubiera diagnosticado el caso como “de personalidad
múltiple”. Aunque eso no me aclara el porqué o el quién dejó esta carpeta sobre
mi mesa.
Lo que me no acabé de entender fue esa última
frase de la carta, casi parecía anunciar un asesinato y un suicidio, cosa que
no pasó ¿o sí?
Es extraño, desde que atravesé la puerta
de mi despacho aquél día creo escuchar risas femeninas.
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