Por María Galerna.
Un grito resonó en el bosque. Una asustada lechuza remontó el vuelo y se alejó del lugar…
Un grito resonó en el bosque. Una asustada lechuza remontó el vuelo y se alejó del lugar…
La noche
empezó como tantas otras. Asier se acomodó en un viejo sillón de cuero marrón
después de servirse una copa. En el tocadiscos una obra clásica, la sonata para
piano Claro de luna, una melodía
tranquila para acompañar la lectura.
Hacia
tiempo que se había aislado en esa antigua edificación, un viejo castillete bastante bien conservado,
enclavado en un espeso bosque del norte de España. Se había escondido ahí huyendo de Ellos.
Durante
el tratamiento experimental al que lo sometían, intentando cambiar y controlar
su naturaleza escapó. Solo con pensar en el dolor… pero temía más a los efectos
secundarios de las drogas que le administraron. Oía voces, veía sombras.
No se
concentraba en la lectura. Una insaciable sed que nunca se paliaba con la
bebida, lo atormentaba. Decidió salir a caminar por el bosque. Pero las voces…
Cogió su mp8, los cascos y poniéndose
algo de abrigo, salió a la noche.
Enseguida
las vio, sombras que le rodeaban, que le hablaban, pero que Asier silenciaba
con un poco de AC/CD a todo volumen.
Así, medio sordo y evitando mirarlas, se adentró en la espesura.
En el
campamento todo eran risas a pesar de que Sergio se empeñara en contar
historias de fantasmas. Nadie lo tomaba en serio. El alcohol y algo más, rulaba
de forma constante. Todos habían pensado que sería una buena idea ir un fin de
semana a O Fendoal, hasta que…
—Es hora
de irse a dormir.
—Yo voy a
echar una meada —dijo uno— Igual veo una de esas ánimas que dicen hay por estos
sitios.
Los demás
rieron y se fueron metiendo en sus tiendas.
—¡Chicos! —Llamó Rubén— Juan no ha regresado y
ha pasado más de una hora.
Preocupados, cogieron las linternas y fueron a echar un vistazo por los
alrededores, no podría estar muy lejos.
—Seguro
que se está quedando con nosotros. Y ahora sale y…
No llegó
a terminar la frase, la luz de su linterna alumbraba el cuerpo sin vida de
Juan.
En los
cascos de Asier sonaba Send me and Angel.
Caminaba orientado por la luna que asomaba entre los jirones de las nubes.
Pensó en regresar a su refugio. Odiaba las tormentas y el aire olía a una. No
temía extraviarse, conocía la orografía del lugar, pero los relámpagos y los
truenos si le asustaban. Era cuanto menos irónico viviendo en el norte, donde
estos eran tan abundantes.
Notaba la
presencia de las sombras, a veces sólo una, otras veces eran varias las que lo
rodeaban. Nunca callaban…
Los
campistas no sabían que hacer. Habían regresado al campamento con el cuerpo del
compañero. No tenía heridas, sólo dos pequeñas marcas en el cuello y una palidez
extrema. Sergio y Rubén se alejaron de
la hoguera.
—Esperemos que no se asusten y salgan corriendo —susurró Sergio
acercándose a Rubén— Hay que calmarlos, los necesitamos de cebo si queremos
cogerle.
—¿Crees
que ha podido ser él?
—Los
últimos informes lo sitúan por esta zona.
Un
revoloteo los dejó callados. El fuego se proyectaba hacía la oscuridad creando
sombras que se movían…
De
repente se desató el caos. Una sombra cruzó ante la hoguera apagándola. Gritos
llamándose, linternas encendidas… Un ligero olor a gasolina y el fuego crepitó
de nuevo. El resplandor mostró otro cuerpo tirado. Igual que el cadáver de Juan, no mostraba más heridas que un par
de orificios en el cuello por el que resbalaban algunas gotas de sangre caliente.
Asier vio
una especie de fogonazo entre unos árboles. No se encontraba lejos y decidió
acercarse. Apagó la música, se quitó los cascos y oyó unos gritos. Provenían de
esa misma dirección.
Con
cautela se acercó. Lo que vio le heló la sangre. Había dos hombres allí a los
que conocía, eran Ellos, los que lo
habían creado, convirtiéndolo en el monstruo que era.
Sin
pensarlo entró en el círculo de luz. Las sombras empezaron a rodear el lugar.
Los supervivientes del grupo estaban aterrados.
—Asier
—balbuceó Sergio— Hemos venido a buscarte, debes volver con nosotros al
laboratorio. Es por tu bien…
—¿Mi
bien? ¿Ya no recordáis el sufrimiento al que me sometíais hora tras hora, día
tras día? Yo no os pedí que me crearais. No pedí ser “esto”.
Mientras
hablaba, las sombras tomaron una forma consistente. Parecían humanos, pero no
lo eran. Grandes bocas se abrían en sus caras, y en ellas dos afilados
colmillos rebelaban su naturaleza. En un instante acabaron con todos los del
campamento, a excepción de Sergio y Rubén. A éstos los empujaron hacia Asier al
tiempo que decían:
Te esperábamos, Maestro.
Una cruel sonrisa cubrió su cara. Y al entreabrir
los labios… dos enormes colmillos brillaron…
Ahora que sabía realmente quién era, reclamaría su
venganza.
--FIN--
Datos del receptor:
Nombre:
Asier / Asier Rey (lo que prefiera el autor)
Nacido
y pacido en Barakaldo / Bizkaia / Euskadi / España / Europa
33
años
Trabajo
de administrativo
Aficiones:
Ciclismo, literatura, footing,senderismo, la cartografía, la geografía...
El
relato podría ambientarse en zona urbana o en la naturaleza, si se decanta por
este último caso, podría ambientarse en una zona boscosa (por el norte de
España hay bastantes, Selva de Oza / Macizo del Gorbea / Asturias / Pirineos /
etc...)
Miedo
tengo a las tormentas (brontofobia) y al resto de fobias habituales (a la
muerte, al dolor, a la enfermedad, a las agujas, a que me toque la polla
chilena y haya extraviado el décimo (o peor, a ir a cobrarlo y que el del banco
se quede con mi pasta)
Música:
Soy bastante flexible, desde clásica (Grieg, Schubert, Mozart, Beethoven...)
hasta el rock (Iron Maiden, Berri Txarrak, Scorpions, Kiss...) pasando por
reaggeton (vale, esto NO)
Libros:
Sorpréndeme ?? (me gusta el cómic
europeo y narrativa contemporánea, entendiendo esto último como autores
españoles de principios de siglo XX. También me va el rollo histórico, pero sin
pasarse)
Películas:
La naranja mecánica, Chacal (la original), yo qué sé, tampoco metas películas
con calzador en el relato que quedaría raro ??
Consigna: Relato
de terror en el que aparezcan vampiros
No hay comentarios:
Publicar un comentario